Por: María Antonieta Pezo

Psicoanálisis más allá del consultorio

El psicoanálisis vivió diversos desafíos a lo largo de su existencia, entre ellos atender demandas fuera del encuadre patrón. Laplanche (1986) designa “psicoanálisis extramuros” aquello que salía de este modelo. En cuanto Kaës (2015) conceptualiza como “extensiones del psicoanálisis”.

Kaës (2015) subraya que las extensiones son “una constante vital y conflictiva” en la historia del psicoanálisis. Toda extensión “tiene por consecuencia la transformación de sus objetos teóricos y de sus modelos de inteligibilidad que ella construye”. Las extensiones “también tiene incidencia en la formación de los psicoanalistas.” Destaca que “todos los saberes constituidos están expuestos a esas transformaciones y a la extensión de sus prácticas” (Kaës, 2015, p.1). Los desarrollos psicoanalíticos se dieron en contextos de crisis, debates, polémicas ya que lo que parecía intocable era el “método inaugural”, pero luego se vio que para trabajar con niños o psicóticos este método no era el apropiado, así como con el trabajo con grupos. El autor contribuye con un cuestionamiento fundamental, al afirmar que existirían inscripciones y procesos inconscientes en tres espacios: intrapsíquico, intersubjetivo y grupal. Más allá del mundo intrapsíquico, privilegiado por el “dominio” de la cura clásica.

Laplanche (1986) acuña el término “los extramuros del psicoanálisis” con el explícito deseo de discutir una manera de conceptualizar aquello que no fuese extraído de un proceso de “cura psicoanalítica”. Freud trabaja intensamente fuera de ella y utiliza la obra literaria, los mitos, los diarios de un enfermo, las condiciones sociales y epocales como material de análisis. Nos lega una herramienta de investigación, un método de análisis y de cura. Ciertamente, el psicoanálisis después de Freud, se caracterizó por mantener dentro de algunos espacios, como en la época medieval, algunos saberes intocables y dejo de lado gran parte de la obra iniciada por su fundador, la indagación del campo social, de manera creativa y crítica.

En los extramuros subrayamos “muros” propios de un mundo binario. Construidos para separar, dentro-fuera; “legalidad” “no legalidad”; el “bien” el “mal”. Enclaustrábamos dentro de “muros” lo intocable, lo sagrado, lo que no puede recibir influencias externas que pueden ser dañinas. Así, muchos muros: del manicomio, el orfelinato, la prisión, de Berlín. Lo que pasa dentro es lo instituido, lo legalizado y que debería ser preservado, aislado, no contaminado, o, con poder de contaminar. Los muros en la historia de la humanidad tuvieron la función de dejar excluido, aquello que no se deseaba ver: la locura, la pobreza, el desamparo, la orfandad.

Bleichmar (1986) escribe Psicoanálisis Extramuros; Puesta a prueba frente a lo traumático para presentar el trabajo psicoanalítico realizado después del terremoto de 1985 en la ciudad de México. Y sobre esta experiencia Volnovich comenta que hubo una solidaridad ética. En el prólogo al libro Schenquerman afirma que el aparato psíquico sufre transformaciones cuando nuevos procesos histórico-vivenciales aparecen y obligaría a los psicoanalistas a exportar para los extramuros. La concepción del trauma para el psiquismo, el valor del historizar y rescatar aquello que lo traumático evoca ante una nueva situación es esencial cuando se trabaja en extramuros. Afirman: “El terremoto es disparador de algo que estando en el aparato psíquico tiene sobre determinaciones específicas que tendremos que encontrar a lo largo del trabajo con el sujeto” (Bleichmar, 1986, p.28).  Realizar una escucha específica, permitir reconstruir la cadena de acontecimientos traumáticos es esencial, a manera de inscribir lo inconsciente, historizar, simbolizar, elaborar lo acontecido. Crean grupos que denominan de elaborativos y de simbolización. Estos se fundamentan en el uso de la palabra y de los efectos de la transferencia como la base para las intervenciones. Lo traumático es asociado a contenidos psíquicos inconscientes, como si, el terremoto hiciese surgir algo a ser desvelado por el psicoanalista.

Lo que no vio y vio el psicoanálisis

En la historia del siglo pasado, el psicoanálisis fue confrontado a experiencias desastrosas como guerras, lucha armada, dictaduras militares y sus consecuencias. Constatamos que ante estos trágicos acontecimientos sociales y políticos (v.g. segunda guerra y dictaduras militares latinoamericanas) prevalecieron mecanismos de desmentida y de denegación. Confrontados con esta realidad las últimas generaciones de psicoanalistas participan activamente en el campo social, en debates e intervienen en campos antes negados, una muestra de ello es la movilización que genera la presencia del virus Covid-19. Cambios inéditos nos convocan a pensar lo nuevo que se impone, como un acontecimiento que irrumpe en nuestra rutina, calla al ser y modifica nuestro sentir-hacer.

En pleno siglo XXI, cuando creíamos haber dominado una serie de desafíos nos encontramos ante un “virus”, que aparece como un “alienígena” que se apodera del cuerpo y lo torna potencialmente “peligroso” para la sobrevivencia del ser humano. Estábamos conscientes que vivíamos en un mundo de incertezas con variables no controlables. Reconocíamos el desasosiego como característico de nuestro nuevo siglo y forma de enfrentar la realidad. Creíamos manejar y aceptar esta realidad y la manera de manejarla e incluirla, hasta que llego el virus en febrero-marzo de 2020.

El virus nos mueve/inmoviliza en sentidos que van desde sufrimiento por el dolor ajeno, desencuentros, empatía, solidaridad y formas de estar con el otro. Contrariamente otros niegan la realidad (“es una simple gripecita”) o en el peor de los casos actúan con irresponsabilidad criminal (estimular y contrariar recomendaciones médicas).

El covid-19 – cambios y desafíos

Para algunos colegas el trabajo no presencial es una práctica habitual, atendíamos pacientes y realizábamos supervisiones a distancia, pero jamás hubiésemos pensado que ese trabajo fuese la única manera posible de atender un paciente. Tampoco pensamos atender pacientes en grupos no presenciales.

El aislamiento social con el quiebre de vínculos y proximidad humana nos impuso la necesidad de apostar al valor de continuar trabajando con grupos y utilizar el modelo que la tecnología nos trae. Esta herramienta permite: hacer, rehacer y formar nuevas redes para retomar el contacto afectivo humano con el otro. Herramienta o mediador terapéutico que facilitaría escuchar al otro en su dolor, sus miedos y/o dificultades para estar solo.

Para atender esta necesidad de cuidar y cuidarnos, manteniéndonos vivos, productivos y creativos, creamos un proyecto denominado Escucha Solidaria[1],  que propone de cuatro a ocho encuentros grupales, que, aunque sus miembros no se encuentran físicamente en contacto, pueden vincularse, a través de las telas de sus computadores o celulares, con otro (s) y no enfermar. De esta manera, el grupo puede continuar siendo ese lugar de cuidado y apuntalamiento mutuo, mas, frente acontecimientos que convocan fuertes sentimientos de desamparo, inquietación y desasosiego.  Propios de cuando se rompen las redes de sostén (virus y contexto socio-político).

El grupo permite el encuentro con lo ajeno, lo extranjero en mí, que convoca a escuchar en el otro, algo que es también mío, aprender a lidiar con las dificultades cotidianas, excesos de trabajo/ocio, imposibilidad de ver entes queridos (padres de grupo de riesgo, nietos, entre otros).

Algunas indagaciones nos acompañaron. Una primera cuestión vinculada, al valor que para más allá de la palabra, el grupo rescata y trae a la experiencia clínica: el valor del sujeto ser inicialmente apuntalado por la mirada, el cuerpo de la madre y el grupo que lo antecede. En la experiencia catastrófica, “cuando están confrontados a vivir rupturas catastróficas” el grupo es “un recurso y una fuente de apuntalamiento, de envoltura, de defensa y de apoyo narcisista compartido” (Kaës, 2006). En la experiencia grupal se rescataría la necesidad del sujeto sentirse sostenido, no sólo por la palabra del analista y los compañeros del grupo, como por la mirada y el ser mirado por el otro. Como seria estar en grupo sin mirarnos.

En cuanto estas ideas nos consumían fuimos atendiendo grupos no presenciales, con recelos de si sería posible mirar, sostener con la mirada al otro y más, si esa mirada, entre los miembros sería posible frente a una tela de celular o de un computador. Podríamos rescatar esa mirada que dice, más allá de las palabras, la mirada que habla; será que en un encuentro virtual conseguiremos reconocer, lo gestual, cuando un miembro se siente incomodado con algún decir, con algún sentimiento revivido en presencia de otro y más otros, sentimientos que invaden y que no consigue expresar.

Recobramos después de algunos encuentros grupales-virtuales, que es posible no sólo escuchar lo que se dice, entredice, como reconocer en los gestos, la mirada, el silencio aquello que inquieta, duele, que no puede ser dicho y angustia. El interés investigativo en los procesos y cadenas asociativas grupales se centrarían en aquello que surge entre palabras, miradas, lo dicho y lo que la herramienta produce (caída de imagen/voz). En los grupos buscamos reconocer y provocar la producción de cadenas asociativas, convocar recuerdos, contar sueños, asociar, aquello que el sueño de uno suscita en el otro. Constatamos que las vivencias del Covid-19 no necesariamente traen asociaciones a eventos psíquicos anteriores, lo vivido se impone como presencia, como un “alienígena”, por tanto, un desconocido, nunca antes vivido, por tanto, no asociable necesariamente a un evento traumático.

Escucha solidaria en tiempos de COVID-19

Es así como denominamos el proyecto de escuchar personas de diversos sectores de la población que, ante el aislamiento social, vivían o pasaban por diversas circunstancias. Sólo que, a diferencia de otras experiencias grupales con inmigrantes, víctimas del terrorismo estos encuentros grupales tendrían que ser on-line. Se ofrecieron los grupos para personas que desearan hablar sobre la experiencia inédita que viviamos. Los objetivos delineados: 1) Ofrecer un espacio de escucha y acogida frente a las incertezas y el sufrimiento traído por los cambios radicales en la vida cotidiana, debido al aislamiento y la peligrosidad potencial del contacto humano. 2) Compartir nuevos saberes y buscar creativamente maneras de convivir con este momento. 3) Encontrar nuevos sentidos y significados al vivir recluido dentro de casa. 4) Reconocer en el momento vivido por el compañero del grupo, un sentimiento, una dificultad semejante o un aprendizaje nuevo.

El primer encuentro con mujeres de diversas edades, condiciones sociales, profesionales de la salud y amas de casa, vimos que el aislamiento traía miedos, resurgían dificultades relacionales con los miembros de sus familias que dejaban sin sueño algunas de ellas. La comunicación entre las mujeres se caracterizó por una escucha atenta al decir de cada una, una búsqueda conjunta de cómo cuidar de aquellos que tenían que cuidar (hijos pequeños, padres mayores de edad, que viven junto con ellos o distantes). Las mujeres al finalizar el encuentro y en los encuentros siguientes traen la potencia del encontrarse, poder hablar y la sensación de tranquilidad vivida después de participar del grupo.

En otro grupo, los sueños perturbadores fueron compartidos y surgieron como maneras de comprender las vivencias desoladoras, el terror al contacto con el otro como peligroso potencialmente. Asociaciones que traían miedos antes no vividos, como estar encerrados en un asesor con personas que podrían estar infectadas, ser perseguidos por agentes de una mafia. Todas ellas vivencias relacionadas al peligro del virus, que, como alienígenas, extraños invaden los sujetos, los hogares confinándolos al aislamiento.

Otro aspecto fue el reconocimiento de los aspectos positivos que este momento trae a las personas, como reconocer los vecinos que antes no eran vistos, actos de solidaridad, descubrir espacios dentro de sus casas que pueden ser utilizados, espacios en los edificios que no eran transitados, encontrar nuevas formas de estar con las personas, descubrir la posibilidad de crear cambios en la vida. Pensar en el después, como una experiencia no de retorno a lo conocido, si como un retorno como sujetos cambiados, repensados y revitalizados por la experiencia.

Grupo de acogida con mujeres inmigrantes:

Las intervenciones psicoanalíticas con grupos y familias hacen parte de nuestra investigación en el marco del posdoctorado en el IP-USP y el laboratorio de psicoanálisis sociedad y política.  Atendemos en el Centro de Integración del Migrante grupos y familias que llegan para consultas terapéuticas.

Realizamos un recorte para narrar un grupo con mujeres inmigrantes de países latinoamericanos, que las atendía una vez por mes en un dispositivo de grupo abierto. El grupo se compone en cada en encuentro con una población distinta, algunas vuelven, otras no. En la sesión están presentes tres mujeres bolivianas, una colombiana, una venezolana, una peruana, que manifiestan alegría de tener una psicóloga que hable español. Luego de presentarse, comentar sobre el tiempo de estadía, los otros países donde ya vivieron les propuse un mediador terapéutico, que denomino pictograma grupal. Les pido que dibujen juntas en una misma hoja de papel[2], luego de solicitarles cada una dibuja en un pedazo algo que luego comparten comentando que hicieron:

Juana: Yo hice mi tierra, así son los campos en mi tierra, me gusta ver los cerros verdes, las montañas y su casita.  Cuando salí de Bolivia deje mi tierra, es ahí donde algún día quiero volver.

Verónica: Hice la bandera de mi país, la de Colombia, Ecuador tienen los mismos colores, pero la nuestra es así, tiene este emblema. Mi país era hermoso, hoy es la tierra triste. No hay una familia que no tenga un miembro fuera, vivimos lo que hoy decimos la diáspora, el segundo país que ha recibido más venezolanos es el Perú. Nuestro país desgarrado, familiares entre si en lucha, salimos porque no teníamos que comer, mujeres o hombres saliendo con un hijo o dos, porque ante el hambre hay que salvarse, no salimos porque queríamos. ¡¡Necesitábamos sobrevivir!!

Mela: ¿dejaste todo de un día para otro?

Verónica: Si, con mi marido, nos fuimos, ahora no sabemos si cuando volvamos tendremos lo nuestro, porque se crearon vigilancias a las casas de los que dejamos, y cuando uno de la comuna dice, esta casa, esta así vacía, se meten y colocan a alguien en esta casa.

Enma: es así que están haciendo o a este camino va ir Bolivia, con lo que el presidente quiere, quedarse para siempre, se está votando y es esto que él quiere, que sea como en Venezuela.

Verónica: es triste ver tu país, tu bandera, tu familia destruida….

Ana: Vine de Colombia, porque me dijeron que aquí tendría trabajo, llegue y no hubo ese trabajo, cada vez, pienso que mejor me vuelvo, pero no, conseguí un trabajo, ahora quiero que mi hija venga aquí, así no estaré sola. Colombia, ya vivió como Venezuela, dividida con muchos problemas, hoy felizmente no está igual…. A pesar de nuestras banderas parecidas. Pero, me quise venir, dejar todo.

Lucha: yo estoy aquí en San Pablo, hice también la casita que quiero construir cuando vuelva a Bolivia, ya estuve en Argentina, trabaje como costurera, pero me volví después de dos años, quería estudiar, Cuba ofreció para estudiantes buenos dar universidad, como yo era buena estudiante me volví a la Paz, pero fue un año, después otro, y nada, ahí no era que me iban a pagar todo, y mi papa dijo que no podría ayudarme, así es que después de dos años de esperar, de querer irme a estudiar medicina me vine aquí, felizmente me case bien, trabajo en el mismo ramo que mis colegas, la costura, pero estamos bien, porque no trabajamos para nadie, solo para nosotros. No somos más empleados de una persona, hacemos nuestra propia confección, juntamos dinero para volvernos. Felizmente mi marido es bueno.

En este fragmento de sesión encontramos, vivencias de ruptura, sufrimiento, perdida de esperanza, sentimientos de dolor, fragilidad vivida en cada relato que surge, a partir de lo que cada una va poniendo en la hoja de papel, como un trazo, como un garabato que invita a decir, entre decir junto con las compañeras del grupo.

El decir, entre-decir facilitado en el encuentro, por el mediador terapéutico grupal propuesto permitió que pudiese ser colocado en palabras vivencias y sentimientos, procesar y elaborar situaciones vividas, historizar algunos aspectos vividos. Así como preguntarse qué es lo que sentían, pensaban y o deseaban, para si propias, para su vida y para el futuro. Construir trayectorias, a partir de la historia vivida, a partir de lo que desean esperan para ellas.

Consultas terapéuticas familiares con familias inmigrantes

Otro espacio creado para acoger familias que vienen y consultan sobre dificultades de pareja, morada, idioma, cuidado con los hijos, historias de abuso sexual, violencia familiar, historias que remiten a sus países de origen, el encuentro con la realidad de vivir inmigrantes, sin espacios de intimidad, de encuentro entre ellos. Se busca en estos encuentros como tramitar las diferencias y los acuerdos posibles entre ellos, sus historias personales, familiares, ancestrales, religiosas, de inmigración. Escuchamos a las parejas, en algunos encuentros, otras veces, junto a los hijos y en los encuentros facilitamos que puedan hablar de sus dificultades en vivir lejos de sus países de origen, de criarlos, de las exigencias de las escuelas, guarderías. Nos traen también las condiciones marcadas por ser inmigrante, tipo de vivienda, las condiciones de vida que son mejores a las de sus países de origen, pero que distan en algunos aspectos de lo esperado.

Extensiones del psicoanálisis o psicoanálisis extramuros

Consideramos que utilizar el concepto de extensiones del psicoanálisis parece más apropiado, ya que enfatiza que se trata de una experiencia, que utiliza los principios del método psicoanalítico, que se expande, extiende, sin dejar la conexión con su esencia, para otros espacios.  Y, que diferente de aquello que está en “los extramuros”, no se trata de una manera de salir fuera del muro y dejar preservado o guardada la esencia. La metáfora de aquello que se extiende, alarga sirven para destacar, que no podemos utilizar indiferentemente, uno u otro término. Desconocer las lógicas que subyacen a los términos que utilizamos, puede parecer ingenuo, pero es fundamental encontrar en la lógica razones ideológicas y políticas, de dominio de saberes.

Lo que esta “extramuros” no corresponde a la esencia del psicoanálisis. Lo que se extiende, esta indiscutiblemente ligado a una raíz, un fundamento que al extenderse se amplía, no se realiza algo distinto aplicando conocimiento. Extender el psicoanálisis exige rigurosidad en cuanto a mantener el psicoanálisis como método y proceso investigativo. Por tanto, es necesario reconocer y encontrar de qué manera surgen los procesos psíquicos, las cadenas asociativas, la atención flotante, las modalidades de intervención-interpretación, transferencia, contratransferencia, cuando el espacio es otro: frente al computador, al teléfono, en un grupo, una familia, una institución.

Si el paciente es escuchado a través de una tela de computador o del celular, si él está sentado o echado en un sofá de su casa, pasa a ser lo menos relevante cuando es posible acoger, escuchar y significar aquello que trae y se construye asociativamente en el vínculo, a partir, no solo de lo que el paciente dice, como de aquello que asociativamente resuena en el analista.  El actual encuentro analítico, en tiempos de aislamiento social parece estar retirando el lugar de algunas formalidades, rituales que caracterizaban el encuadre clásico. Esperar al paciente iniciar, no responder directamente aquello que pregunta, tomar toda y cualquier comunicación como material de análisis. Entran en sesión y desean saber cómo estamos, como pasamos estos días, para luego hablar de ellos, los nuevos desafíos y lo que enfrentaron.  Sabemos, que ni todo lo que se dice es analizable, que cuando la realidad de la “cuarentena” entra es presencia que moviliza al paciente y que de alguna manera nos toca, sea por semejanza, diferencia, discrepancia. Somos movilizados a descubrir maneras de estar, dar lugar, cuidar de los afectos y sentimientos vividos, por las restricciones que compartimos conjuntamente.

Entendemos como extensión del psicoanálisis el trabajo realizado por psicoanalistas implicados, comprometidos, ética y socialmente con sujetos provenientes de sectores de nuestra sociedad excluidos, vulnerables, invisibles. Económicamente marginalizados, que viven en la calle, inmigrantes, entre otros. Trabajo realizado por colegas[3] que intervienen fuera del contexto de la clínica patrón, crean dispositivos individuales o grupales, en instituciones de salud mental, asistencia, dentro de espacios cerrados, protegidos o abiertos como en la calle y ahora convocandos para acoger on-line en tiempos de Covid-19.

Intervenciones donde prevalece el uso del método psicoanalítico, con una escucha especifica em transfero-contra-transferencial que facilita reflexionar sobre sí mismo, sobre el vivir, sentir, pensar, lo que traba o impide estar en el mundo. Encuentros pautados en: reconocer la alteridad, permitir la apropiación subjetiva, descubrir la posibilidad de historizar las trayectorias de vida, encontrar palabras al dolor vivido. Desvelar contenidos psíquicos muchos de ellos inaccesibles a una representación psíquica. Intervenciones se utiliza de mediadores terapéuticos para acceder a palabras no dichas, a través de contar historias, dibujar junto con otro (s) y producir pictogramas grupales, dramatizar escenas.

Estos encuentros realizados con dispositivos-encuadres diversos, pero que de manera semejante a las consultas terapéuticas winnicottianas, se dan como intensos encuentros puntuales y significativos. Se busca que estos puedan permitir y facilitar que el sujeto sea capaz de preguntarse sobre qué, cómo piensa, como siente y actúa.

La atención on-line será una extensión del psicoanálisis o una practica extramuros. Que estatus desearemos darle. No es lo mismo, pero es lo que vivimos.

[1] Proyecto junto a Maonaroda, criado y coordinado por Sandra Tudisco, asistente social y coach con la cual ya habíamos trabajado coordinando grupos presenciales en intervenciones institucionales

[2] La propuesta es suficientemente amplia y no dirigida, por tanto, dibujar juntas, puede ser que los miembros elijan cada una realizar una producción, en otros grupos o familias, las personas deciden juntas realizar una producción única, compuesta por todas las manos juntas.

[3] Colegas que participan en el Laboratorio de Psicoanálisis Sociedad y Política del IP-USP, coordinado por Prof. Miriam Devieux.